Imagina la sensación de volar, sentirte libre, ligera,
sin toda esa presión en el pecho que te oprime.
Imagina que eres un pájaro, uno de esos pequeños y veloces,
podrías evadirte del mundo en cuestión de segundos.
Sería una gran sensación, de total libertad,
como pisar la hierba recién cortada y húmeda,
como meter la mano en un saco de diminutas lentejas,
como gritar al vacío y sacar toda la frustración,
como reírte a carcajadas hasta que te duela la barriga.
Como ver a esa persona, la que cambia el orden de tu mundo,
sonriéndote como si fueras lo único que importa.