Hay rachas que no queremos recordar porque, después de tanto tiempo, hay cosas que aguanté que siguen doliendo. Yo no me consideraba tan débil.

 

Eran días de quererme poco y gustarme menos, en los que no soportaba estar a solas conmigo misma, en los que el silencio era demasiado alto. Días en los que la soledad no me dejaba respirar.

 

Gracias a mis amigas conseguí salir del pozo. Ellas me animaron, me apoyaron cuando les conté la verdad y no dudaron en juntarse para escucharme y animarme. Todas las lágrimas se transformaron en risas.

 

Estoy bien por ellas, por mis guerreras, por mis solteras de oro, sin ellas nada tendría sentido.

 

No desaparezcáis, a pesar de los kilómetros os noto muy cerca. Gracias.