Tengo que confesaros que he perdido el rumbo,

he naufragado como lo hacen las grandes embarcaciones,

sin esperanzas ni supervivientes,

allí dónde la escritura ya no me reconforta.

 

He naufragado por mi mala costumbre

de vivir en un pasado doloroso,

de revivir una y otra vez episodios que lastiman,

por recordar mil veces aquello que hace daño,

por acordarme de aquellos días,

por no pasar página y sólo poner comas.

 

He naufragado por mi culpa,

pero con todas sus consecuencias.