El recuerdo de lo que vivimos todavía sigue vive en mi memoria. Compartimos almohada más de mil noche, pero éramos dos completos desconocidos.

 

No me conocías lo suficiente cómo para saber que gritarme no ayudaba, que tratarme mal me hacía perder las ganas de verte, que las noches llorando no se arreglan con una simple disculpa, que cada vez que me dejabas se estropeaba todo un poquito más.

 

Una de esas fue la última, me perdiste perdón mil veces pero, tal y como dije «lo has rotos, has roto lo que teníamos» y, lo siento, las cosas rotas nunca vuelven a funcionar igual.

 

Rompiste lo que sentía por ti, conseguiste que no te quisiera ver más. Se rompió la cuerda. Nunca seríamos capaces de recuperar lo que teníamos. Se rompió para siempre, tú lo has roto.