Ese momento en el que tu corazón se parte y escuchas un un silencio a gritos que te rompe en mil pedazos.
Ese momento en el que lo importante deja de importar para pasar a un segundo plano de indiferencia.
Ese momento en el que lo insignificante cobra peso. Los pequeños gestos ayudan a salvarte y una simple sonrisa remueve tu mundo.
Ese momento en el que el pecho deja de doler y se cura con mil tiritas de colores, calentándose, mientras tú vuelves a brillar poco a poco, pero cada vez con más fuerza.