Sólo hay algo peor que el enfado y es la decepción.

A veces los hechos duelen tanto que, a pesar de preferir estar cabreado, es una emoción tan fuerte que te impide respirar. Lo intentas, pero el dolor no deja pasar el aire y te oprime el pecho.

En esos momentos quieres a la otra persona lejos, cuánto más mejor. Verla te lastima y sólo saldrían reproches de tu boca.

Aunque el tiempo puede ayudar, otras veces ni siquiera el paso de los días es suficiente y sólo queda esperar a que duela menos, pero ¿por cuánto tiempo?