Entonces comprendí lo esencial, ahora todo tiene sentido.

No necesitaba de ninguna otra persona para ser feliz y mucho menos la aceptación de los demás para gustarme. Empecé a cuidarme, a mimarme, a quererme y a aceptarme.

Ahora puedo dormir con poca luz, salir sola a la calle de noche, pasear los días oscuros, dormir tranquila y salir de fiesta sin miedo a que pase algo malo.

Y, lo mejor de todo, puedo estar de noche en la calle sin tener toda la manzana vigilada, sin mirar alrededor constantemente y sin estar en alerta diez.

Yo me resuelvo, me consuelo y me quiero. No sé,  soy la mujer de mi vida y me gusta.