Hay personas que tienen un amor que las mantiene contentas, que las hace vivir, con el que pasarían el resto de sus vidas. Es su media naranja, su ego en otra persona, la otra mitad que las completa, la única pieza que encaja a la perfección en un puzzle de dos, su mitad perfecta, la que llena.

Un amor de esos en los que tu cuerpo reconoce sus labios mientras tu mano derecha se enreda con gusto en su pelo y tu mano izquierda se cuela bajo la camiseta hasta que notas cómo se eriza su piel.

¿Conocéis esa sensación?