Los adultos vivimos preocupados, lo vemos todo en blanco y negro. Cuando estudiamos una carrera nos preocupa aprobar. Cuando no estudiamos o ya hemos acabado la carrera nos preocupa encontrar trabajo y, sobre todo, que sea de los que nos gusta. Cuando tenemos trabajo nos preocupa ascender y ganar más dinero. Cuando estamos creciendo nos preocupa encontrar pareja, casarnos y formar una familia. Cuando maduramos nos preocupa llegar a viejo para poder disfrutar de todo aquello por lo que hemos luchado toda nuestra vida.

En cambio, los niños están en el lado opuesto. Son los eternos felices. Los niños lo ven todo a colores, disfrutan de cada mínimo momento para divertirse al máximo, son felices con muy poco. He visto a niños pasarlo genial una tarde entera con una simple caja, su sonrisa y su imaginación.

Deberíamos aprender de ellos y disfrutar un poco más el día a día.