Muchas veces la vida se complica, se vuelve difícil y te arranca todas las ganas de seguir luchando, de pensar que, en realidad, merece la pena vivir.
Son momentos duros, la soledad no te hace sentir mejor, incluso consigue que las paredes se te echen encima. El calor de la gente no consigue quitarte todo ese frío que cala en tus huesos y que te acompaña diariamente. Echas de menos abrazos.
Pero, como con todo, el tiempo ayuda a superar, todo lo malo se va a quedar atrás para siempre, porque la vida merece la pena, luchar siempre merece la pena. Levantarte y no rendirte es una obligación, te lo debes a ti misma, a los tuyos, a tu sonrisa triste, a las ganas de pelear que laten bajo tu pecho.
Pelea y lucha, con toda tu alma, con todas tus fuerzas.