Soy una chica sencilla, apasionada, sincera y cariñosa. Me gusta la ropa cómoda, nunca me separo de mis zapatillas, el Colacao me gusta calentito y con grumitos, la carne poco hecha y con patatas fritas, la ducha muy caliente y el invierno es mi estación favorita.

Tengo mil defectos y alguna que otra virtud. Me como las uñas a conciencia desde pequeñita, soy una persona cabezota, desquicio a cualquiera, tengo muchas manías estúpidas que no soy capaz de corregir (los cajones y las puertas siempre cerradas), lloro de vez en cuando porque sí, porque me apetece y porque así descargo todo lo malo, odio el sol y el calor, por eso adoro el frío, sentirlo en la cara. En cambio, soy una persona leal, buena amiga, inteligente pero inocente a la vez, me cuesta ver la maldad ajena y, por eso, ya me he llevado más de una decepción, con su correspondiente cicatriz.

Me gusta mucho escribir, porque me libera y me salva.

Aprecio mucho la naturalidad, a esas personas que son exactamente igual por dentro que por fuera, a esas que dicen lo que se les pasa por la cabeza, aún a sabiendas de que pueden molestar, pero prefieren decir siempre la verdad que engañar o ser falsos. Por eso me asusta la gente callada, fría, que piensa mucho todo antes de hablar o de actuar. Me da la sensación de que se mueven por interés, buscando siempre lo más ventajoso para ellas. A mí sorpréndeme con actos espontáneos, frases tontas dichas sin sentido y sinceridad a cada palabra.

Tampoco necesito grandes cosas para ser feliz. Adoro el placer de disfrutar de las pequeñas cosas. Soy feliz con poco. Me llena pasear descalza por el césped húmedo recién cortado y deleitarme con su olor. Me contento con pasar el rato metiendo la mano en un saco de diminutas y resbaladizas lentejas, que acaricien mis dedos y me hagan cosquillitas. Disfruto mucho paseando y pisando charcos las tardes de tormenta, mientras las gotas de lluvia me mojan la cara, empapan la ropa y ensucian mis catiuscas. Me divierto pisando sólo las líneas blancas de los pasos de cebra, como si tuviera cinco años. Me apasiona poner la música alta mientras canto y bailo como si fuera una estrella de rock dando el concierto de su vida.

Y es que no sé ya cómo deciros que la vida es mejor disfrutando de las pequeñas cosas que nos hacen felices.