Como el que rompe un jarrón e intenta arreglarlo con celo. Reapareces y me sorprendes con un simple «quiero recuperar lo que teníamos». Pero un corazón roto no se puede arreglar con una simple disculpa.

A veces no es tan fácil. El jarrón arreglado con celo jamás podrá conservar el agua en su interior. Así estoy yo, jamás podré olvidar todo el daño, la angustia, la tristeza.

Han sido demasiadas noches echándote de menos, tú con ella y yo llorándote. Han sido más de trescientos días pensando si en ese momento estarías con ella, ¿qué cosas hacéis? ¿Te hace reír cómo yo? O una pregunta todavía más sencilla, ¿la quieres como me querías a mí?

En realidad, a medida que escribo me doy cuenta de que ese jarrón nunca va a volver a ser como era antes. Como nosotros, nunca volveremos a ser lo que éramos, por eso me despido. Ahora soy yo la que no te quiere en su vida.