La luna fue testigo de besos inocentes,

abrazos perfectos que encajan a la primera

y noches de enamorados con mucho amor.

 

La luna fue testigo de promesas cumplidas,

de sueños de un futuro en común

y caricias sinceras que provocan sonrisas.

 

La luna fue testigo de roces ingenuos,

dedos que cuentan lunares sobre la piel

y gestos de pasión desenfrenada.

 

La luna fue testigo de nuestro amor

y, al vernos juntos, sonrió feliz,

porque lo nuestro es increíble.