A veces intentamos buscar la aceptación de los demás a través del aspecto o el físico.
Esto es un gran error.
Quien te quiere bien lo hace sin condiciones ni por lo que lleves puesto. No lo hace porque seas más o menos atractiva. Cada uno ve la belleza de un modo distinto, ni mejor ni peor, distinto. Ahí está la gracia en no ser todos iguales.
El primer paso para ser feliz es quererse bien a uno mismo, así podrás querer bien a otros.