Mis lágrimas dicen que las he abandonado, y es que desde que has aparecido en mi vida, me he olvidado de lo que es llorar.

 

Sólo tú eres capaz de producirme la sensación de poder tocar el cielo con la punta de los dedos. Eres mi pilar, mis ganas de tener un futuro común.

 

Confieso que te quiero por las pequeñas cosas, como contarnos cómo nos ha ido a cada uno el día, hablar de ilusiones y problemas que nos preocupan, reírnos contentos de todo y de nada, envejecer juntos, compartiendo siempre cada pequeño paso con el otro.

 

Porque si se acaba el mundo, yo me quedo colgada de tus caderas, rodeándote con las piernas y besando cada esquina de tu piel.