Las buenas noches lo son

desde que tu mano derecha

descansa sobre mi pierna izquierda,

desde que nuestras cabezas

reposan en la misma almohada

con tus brazos rodeando mi cuerpo.

La buena vida siempre me acompaña desde que ya no la busco, porque nos hemos encontrado uno al otro, así, de repente. La buena vida me acompaña porque tú formas parte de ella, completándola y haciéndome la persona más feliz del planeta.

La gran sonrisa que se dibuja a diario en mi cara te la debo a ti, porque tú la provocas con cada gesto, con cada palabra, con cada beso, con cada verso.

Tú eres mi sonrisa constante.