Fuera hace calor, pero por dentro sólo noto frío.

El mismo que hace desde que te perdí

y que no me permite sentir nada.

 

Este frío me cala los huesos

y me impide tocar la felicidad.

 

La calidez de la chimenea duele,

no consigue entrar en mi corazón,

allí vive eternamente el invierno,

congelando cada mínimo sentimiento

que me recuerde que sigo viva.